Didier Orley Muñoz Vargas
Líder Cultura y Cambio - Coach Organizacional
¿Quién no ha pensado en la muerte en los últimos 12 meses?, la creación por quien quiera que haya sido de un bicho que nos ronda nos brindó esa oportunidad. Si, esa oportunidad vista desde la forma en la que yo planteo ver la muerte. Una oportunidad para valorar la vida.
La gran mayoría de personas descubrieron que el agua mojaba con la pandemia, descubrieron que podía morir si no se cuidaban, descubrieron que debían tener todos sus sentimientos en orden, descubrieron que la vida era valiosa desde lo simple, el amor y el valor de dar las gracias. Pero, acaso no era eso lo que desde el día 1 de su existencia, ¿ya deberían haber reconocido?, bueno, seamos justos, quizás a los 15 años te vienes a dar cuenta de eso si tuviste padres que te enseñaran a valorar la muerte, como la vida.
Considero que el llanto de muchos frente a los cajones de los seres queridos que se fueron, muestran el profundo egoísmo de los que se quedan, pues la verdad, acaso el que se va, no trasciende y está de nuevo con el creador, con el uno, con el todo (cualquiera sea tu creencia religiosa aplica). Entonces, ¿porque tanta preocupación por la muerte? Me he sentado a ver detalladamente las personas que andan en ese modo (fruto de tantas noticias que ven, desinformación en la que conviven y quizás mucha hipocresía). Acá algunas de las conclusiones de esa observación de este año:
1. Les preocupa a los vivos, no alcanzar a tener el dinero que desearon tener…o visto de otra manera, no alcanzarán a atesorar todo lo que soñaban y sienten que se les acaba el tiempo. Sobre esto, lamento informarles qué en ninguno de los procesos de trascendencia te llevas lo que tenías en esta vida. Así que, tranquilo, lo que tienes hasta hoy, será lo que debas tener, y si consigues más, en hora buena, disfrútalo, compártelo y vívelo. Ojo, algunos ignorantes dirán que el no vivir detrás del poder del “tener”, es no tener ambiciones, a ellos les digo, es cuestión de enfoque, la ambición no necesariamente se mide en cosas materiales.
2. ¿Quién piensa en los niños? Les da miedo a morir porque tienen hijos que aún no han llevado a una etapa de adultez y autosostenimiento. Por años la humanidad ha demostrado la capacidad de autonomía demostrada en las permanentes formas de enfrentar las dificultades y salir adelante. Si en este punto, dudas de lo que has alcanzado a sembrar en tus hijos para que salgan adelante, sin importar su edad, entonces bien vale la pena que te estés preocupando, porque entonces no has hecho lo que vale la pena con ellos para estar tranquilo si te coge la parca. Sugerencia, menos TV y más parque con ellos. Además, tranquilo, si en el plan perfecto del alma de tus hijos está desarrollarse y ser un gran líder fruto de haber quedado huérfano a temprana edad, así será, todo el plan es perfecto. O no te veo preocupado por la inmensidad de niños que mueren a un doble de la tasa anual en áfrica, solamente por hambre.
3. Les preocupan sus padres, tios, abuelos, la vida de ellos. Tranquilo, ellos ya vivieron y su alma decidió vivir hasta cuando fuera necesario. No seas egoísta y quédate tranquilo, viviendo la tuya y siendo digno de ese regalo diario, nadie te pidió ser salvador de los demás, ¿o sí y ¿ya vivimos en el mundo de Marvel © y soy yo el que no me he dado cuenta?
4. Les agobia el tener que vivir con la muerte, al lado. Quizás es la más básica de las preocupaciones. La muerte existe a tu lado, desde el momento que naces. Sucede que antes no le habías prestado atención. O quizás los que vivieron la segunda guerra mundial si, por una bomba que les callera encima, o lo que estuvieron en medio del conflicto armado entre paramilitares, guerrilla y gobierno de turno en cualquiera de las culturas latinoamericanas, o quizás los que estuvieron expuestos al SIDA, a la gripe aviar, porcina, etc, etc, etc….solo que cuando te toca a ti al lado, no te lo esperabas. Despierta, la vida está entre nosotros, así como la muerte desde mucho más tiempo del que llevas aquí. Enfócate entonces en volver a recuperar la calma, la tranquilidad, ocupándote en vivir cada segundo dignamente, moviendo el 4 letras, el alma en cada paso que das. Déjale a la parca de Saramago que haga su trabajo, o ¿qué quieres? ¿Qué repitamos el resultado de no tenerla al lado? Ahh ya se, tal vez quieres aparentar preocupación por lo sucedido…entonces ayuda a que las industrias cuiden el planeta, revisa tu closet y minimiza el consumo desmedido en tu hogar, haste cargo de las problemáticas barriales o de tu comunidad, o quizás las de tu familia, quizás ahí puedan centrar toda tu energía y dejarle esos otros temas a quien le corresponda.
Al ver esas 4 razones por las cuales la muerte a mí no me preocupa, si no que me impulsa en vivir lo más cercano a la coherencia, encontré en medio de las reflexiones un cuento de ella, la muerte, que quizás sea el momento de compartir.
A mí me tienen miedo
Se me sentó al lado y me miro como si fuese el momento de partir. Sabía quién era, su largo negro ajuar y su inconfundible oz me orientaron.
Pensé que era el momento de ver pasar mi vida frente a mis ojos, despedirme de mis padres, dormían en la otra habitación, de visitar a mis hijos, así fueran en sus sueños, abrazar a mis hermanos, pareja y seguirla por donde ella me lo indicara. Pero no fue así, ella se sentó en el sillón de los Buscadores, como les digo a quienes me buscan por orientación. Destapo su rostro y pude ver lo bella que era. Si era una mujer, y reí internamente, Dios sabe cómo nos prepara siempre.
Comenzó diciéndome que no era mi hora, pero que quería desahogarse, pues encontraba mucha confusión en la humanidad y solo quería ser escuchada. Me contó como por siglos los hombres se peleaban por la mirada de un mismo fin, la verdad de la religión. A continuación, sintió dolor por todo el trabajo que ha tenido con aquellos que quisieron ser los conquistadores de todo lo existente, sin que al final de sus días pudieran haber aceptado que no eran más que pequeños granos de arena en el desierto de la inmensidad universal. Me contó lo mucho que se divierte viendo como unos crean el futuro de muchos otros y que muy pocos despiertan de su profundo egoísmo para desobedecer ese plan que solo beneficia a intereses poco redentores.
Me dijo que le teníamos miedo, cuando era ella la que hoy temía lo que estábamos haciendo nosotros, buscando nuestra propia autodestrucción, como si hubiésemos deseado acabar con el hogar que nos dieron, como si hubiésemos decidido vivir en el irrespeto de los compromisos que hacemos día a día con el espejo, con la pareja, con los hijos, con los familiares, con los compañeros de trabajo, con los clientes. Tenía miedo y temblaba, porque realmente el apocalipsis de la muerte es que no haya a quien transitar, es decir, que todos mueran, tenía miedo de quedarse sin que hacer. Ya lo había predicho Saramago, a quien leyó atentamente como deseando que eso nunca llegara a suceder, pero ese deseo ya no era posible sostenerlo, pues ahora sentía el frio del desempleo pegado a su bello cuerpo.
Entendí que hasta la muerte misma tiene una pasión y que lo hace con el agrado del mundo, pero qué si se queda sin usuarios, ¿cuál sería su propósito superior?
Me dijo: “tendría que recorrer los 7 infiernos, subir a donde todos y cada uno de los creadores, o tal vez donde solo uno, colocar sobre su escritorio mi carta de renuncia”
Y entonces, ¿a donde iré?
En ese momento reflejado en sus ojos vi lo que intentaba ser una lagrima, pero como la esfera de hombres de negro que contenía el universo, comprendí que la Muerte, sentada en mi sillón estaba muerta del miedo, por lo que nosotros estábamos haciendo. Pero que al final la existencia de nosotros podría ser infinita, si desde ya dejábamos de temerles a ese frágil ser.
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“Sabes que estas vivo en el momento mismo que naciste y que reconoces que la muerte será tu compañera cada instante de la vida” Didier Muñoz Una reflexión, un año despues de vivir nuestra realidad. Espero la disfruten Didier Orley Muñoz Vargas

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